martes, 8 de febrero de 2011

EVERGLADES

Los flamencos se llevaron aquel día parte de mi cuerpo. Lo arrastraron por los fangales de los Everglades.
Y luego se lo dieron de merendar a los lagartos.
No recuerdo la hora que era cuando sentí tus dientes, atenazados a uno de mis bíceps, crujientes y arrebatados.
No me muerdas ese brazo, te dije, que tengo la esperanza de tatuarlo con el nombre de alguna princesa rusa algún día.
Te reíste, me mirabas, mordiste otra vez en el mismo lugar, esta vez con mas ímpetu, como en desquite a mis palabras.

La tarde pasaba lánguida y arremolinaba mis pensamientos  en torno al sol centelleante que nos abrasaba, como en piedra.
Tu piel ya no era piel, sino cascadas de sangre burbujeante, hirviente. Y no se si era el sol que la quemaba, o eras vos deslumbrada.
Las uñas de mi mano libre arrullaban tu espalda. Era tu odio tan bruto que no pensabas en nada?, O patrullabas mi dolor pensando que nunca acabara?.
Tardaste mucho en desmembrarme, las mandíbulas prensadas. Llorabas, vi que llorabas.


Maximiliano Spreaf.
Córdoba
(Argentina)